martes, 18 de agosto de 2009
Las nuevas caras de Liberti y Armando
¿Sera cierto?¿en la Argentina de hoy,sumida en una profunda crisis económica,sera posible realizar algo así?¿pueden comenzar a ilusionarse los hinchas de River y Boca de poseer en el mediano plazo,estadios como estos?.Lo cierto es que desde hace unos meses,están circulando por Internet,dos maquetas de sendos proyectos para remodelar los estadios de River y Boca.Si bien ambos tiene 70 años desde su construccion original(el Monumental en 1938 y la Bombonera en 1940),tuvieron algunas remodelaciones a lo largo del tiempo,tales como las del Mundial '78(River)y la del '97,con la reconstruccion de los palcos(Boca).Los problemas surgidos tras las declaraciones de Maradona sobre el campo de juego del Monumental,apresuraron obras de todo tipo en dicho estadio(pintura,reparación del cemento,etc.).Claro que el proyecto es mas ambicioso y ahora,tras las obras que se están realizando en el estadio "Ciudad de La Plata",a los directivos de las dos instituciones mas importantes del país,se les ocurrió emular ese proyecto y techar ambos estadios.Seguramente,estos proyectos deberán ser llevados a cabo con recursos externos,ya que las saqueadas arcas de las instituciones,no dan absolutamente ninguna posibilidad de financiamiento propio.En fin,sueñen e ilusionense(aunque no demasiado)de ver,dentro de algunos años,al "Antonio Vespucio Liberti"(tal el nombre oficial del Monumental)y al "Alberto J. Armando"(o si prefiere,"La Bombonera)con estas imagenes de primer mundo.
domingo, 9 de agosto de 2009
El atrofiado hipertrofiado
Mundialmente, el deporte es una logia secreta. Una secta socialmente contrabandista sin eludir Aduanas.
Una secreta logia con apariencia de universalizada apertura a las leyes ordinarias de la sociedad. Un neocuatrerismo ajustado al Derecho. Una chantocracia chantajista.
Tanto hay de cofradía masónica en el actual deporte industrializado y politizado, que sus organizaciones rectoras distribuyen títulos de domésticas distinciones en el estrecho ámbito de sus cerrados cenáculos.
Esa logia llamada El Deporte (que en algunos casos llega a ser auténtico y todavía puro en medio de una generalizada corrupción de su esencia primitiva) no es otra cosa que una suma multitudinaria de organizaciones civiles de lícita apariencia; para ejercer, subrepticiamente, actividades tan ilícitas o tan repulsivas a la igualdad de los derechos humanos, como las que seguidamente se enumeran como las más conocidas, todas, por supuesto, colocadas bajo el estandarte de la recreación, la salud física y la felicidad de los pueblos:
-1) La extorsión o el chantaje a los Estados.
-2) La burguesía y el privilegio más aberrantes a los comunes clamores de igualdad social de los pueblos (indistintamente en los países capitalistas, como en los comunistas, o los llamados terceristas).
-3) El adoctrinamiento de las masas populares en el insólito derecho a lo prohibido, no obstante haberse institucionalizado al deporte como escuela de civismo.
-4) El pragmatismo de lo vedado por lo moral, en aras de lo apetecido por lo material.
-5) La parasitología humana como carga de la sociedad, sin mediar jamás expresa aprobación de la sociedad para financiar esa imposición de tales castas burguesas que argumentan “obrar socialmente”.
-6) La actividad política comparable a las agrupaciones específicas, tanto donde éstas están permitidas, como donde están proscriptas por las leyes.
-7) Los más impunes delitos en punto a dolo, defraudación, estafas o drogadicción, con el amparo de la inocencia admitida en quien delinque en cumplimiento de mandatos societarios siempre anónimos, por masificados que son los pronunciamientos de las asambleas, en los cuales se escudan aquellos delitos para impunidad de sus verdaderos autores.
-8) La venalidad y la prostitución de los periodistas supuestamente preceptores de la conducta ciudadana, incorporados en crecido número al núcleo accionario de aquella secta parasitaria en todo el mundo.
-9) la difusión, primero; el estímulo, luego; y por último la más abundante información pública respecto de la drogadicción, hoy llevada a extremos de suicidio.
-l0) El soborno, el cohecho, la incentivación ilícita de las motivaciones competitivas, según lo exigen interese de asociados paralelos, o de organizaciones gangsteriles copartícipes de los intereses deportivos.
Una secreta logia con apariencia de universalizada apertura a las leyes ordinarias de la sociedad. Un neocuatrerismo ajustado al Derecho. Una chantocracia chantajista.
Tanto hay de cofradía masónica en el actual deporte industrializado y politizado, que sus organizaciones rectoras distribuyen títulos de domésticas distinciones en el estrecho ámbito de sus cerrados cenáculos.
Esa logia llamada El Deporte (que en algunos casos llega a ser auténtico y todavía puro en medio de una generalizada corrupción de su esencia primitiva) no es otra cosa que una suma multitudinaria de organizaciones civiles de lícita apariencia; para ejercer, subrepticiamente, actividades tan ilícitas o tan repulsivas a la igualdad de los derechos humanos, como las que seguidamente se enumeran como las más conocidas, todas, por supuesto, colocadas bajo el estandarte de la recreación, la salud física y la felicidad de los pueblos:
-1) La extorsión o el chantaje a los Estados.
-2) La burguesía y el privilegio más aberrantes a los comunes clamores de igualdad social de los pueblos (indistintamente en los países capitalistas, como en los comunistas, o los llamados terceristas).
-3) El adoctrinamiento de las masas populares en el insólito derecho a lo prohibido, no obstante haberse institucionalizado al deporte como escuela de civismo.
-4) El pragmatismo de lo vedado por lo moral, en aras de lo apetecido por lo material.
-5) La parasitología humana como carga de la sociedad, sin mediar jamás expresa aprobación de la sociedad para financiar esa imposición de tales castas burguesas que argumentan “obrar socialmente”.
-6) La actividad política comparable a las agrupaciones específicas, tanto donde éstas están permitidas, como donde están proscriptas por las leyes.
-7) Los más impunes delitos en punto a dolo, defraudación, estafas o drogadicción, con el amparo de la inocencia admitida en quien delinque en cumplimiento de mandatos societarios siempre anónimos, por masificados que son los pronunciamientos de las asambleas, en los cuales se escudan aquellos delitos para impunidad de sus verdaderos autores.
-8) La venalidad y la prostitución de los periodistas supuestamente preceptores de la conducta ciudadana, incorporados en crecido número al núcleo accionario de aquella secta parasitaria en todo el mundo.
-9) la difusión, primero; el estímulo, luego; y por último la más abundante información pública respecto de la drogadicción, hoy llevada a extremos de suicidio.
-l0) El soborno, el cohecho, la incentivación ilícita de las motivaciones competitivas, según lo exigen interese de asociados paralelos, o de organizaciones gangsteriles copartícipes de los intereses deportivos.
De la belleza en el futbol
Dante Panzeri, periodista deportivo y agudísimo observador del fenómeno deportivo llamado fútbol, y de la realidad en general murió el 14 de abril de 1978. No llegó a ver el comienzo del campeonato a disputarse ese año, al que se oponía con tenacidad. Panzeri sostenía que el mundial a desarrollarse en el país, sería utilizado políticamente por la Dictadura Militar que imperaba en ese momento. No era su primer enfrentamiento. En la década del 60, bajo la dictadura de Onganía y presionado por, entre otros, Alvaro Alsogaray, dejó la editorial Atlántida, donde trabajaba.Es autor de dos maravillosos libros: Fútbol, dinámica de lo impensado y Burguesía y gangsterismo en el deporte (del cual se reproduce, en esta edición de La Tecla Eñe, “El hipertrofiado atrofiado”). Además publicó artículos para las revistas El Gráfico, Satiricón, Así, y también en los diarios Crónica y La Prensa
Según Panzeri, la belleza del fútbol depende del talento de los jugadores. Afirmación algo extraña para nuestra época, bajo la cual daría la impresión de que esa belleza está determinada o definida por la calidad tecnológica en la generación y transmisión de los partidos, como así también por la edición de programas que hacen de la presentación y las instancias previas al partido, discursos semióticos en sí. Por otro lado, el pensador italiano Volpicelli (a quien alude en el artículo presentado) ya advertía en su libro “Industrialismo y deporte”, que el deporte y el fútbol en particular, estaban condenados a muerte por efectos de la tecnología.
Según Panzeri, la belleza del fútbol depende del talento de los jugadores. Afirmación algo extraña para nuestra época, bajo la cual daría la impresión de que esa belleza está determinada o definida por la calidad tecnológica en la generación y transmisión de los partidos, como así también por la edición de programas que hacen de la presentación y las instancias previas al partido, discursos semióticos en sí. Por otro lado, el pensador italiano Volpicelli (a quien alude en el artículo presentado) ya advertía en su libro “Industrialismo y deporte”, que el deporte y el fútbol en particular, estaban condenados a muerte por efectos de la tecnología.
Murmurar a Panzeri
Pero, es que ¿sabemos quién fue Panzeri?
En los diecinueve capítulos están escritos reclamos y reflexiones que confirmarían que a Panzeri se lo invoca levemente (tan sólo para repetir: “como decía Panzeri el fútbol es la dinámica de lo impensado”) sin que alguien exija su estudio.
La teoría Panzeri, aquella que insistía en que “al fútbol profesional se lo salva desalentando su materialismo”, o la que reiteraba citas de un Alfredo Di Stéfano versión 1964 (“un director técnico que sepa de fútbol puede colaborar a lo sumo en un diez por ciento para conseguir un triunfo…el sistema de juego no existe. Es un invento de los que no entienden de fútbol”), merecen que alguien termine con tanta ignorancia.
Panzeri cuestionaba la necesidad de los directores técnicos en el fútbol (hoy sentiría asco por la millonada que exigía Ramón Díaz). Panzeri simplificaba el reclamo máximo a tres verbos: “al fútbol de hoy le faltan tres cosas, dirigentes, decencia y wines”. Panzeri estimaba que el futbolista de cuatro décadas atrás ya no se divertía. Panzeri creía que “la concurrencia” de su época estaba conformada por “enfermos” que iban a “ver ganar y no a ver jugar”.
Pero Panzeri además, trataba de vivir como pensaba. Por eso su periodismo buscó escapar a las adulaciones (a veces sin fortuna), puso fervor en las investigaciones y dijo lo que nadie se atrevía. La metodología de Panzeri fue la crítica profunda. ¿Seríamos algo sin él?
Las obras completas de Panzeri, aún sus confundidas palabras sobre ciertos ídolos y sus compartidos desvaríos políticos, deberían enseñarse en las redacciones. Sus libros, las páginas de El Gráfico que dirigió en los 60, la sección Deportes de La Prensa en 1977, las columnas en El Día de La Plata.
Es una lástima que la inmortalidad de Panzeri haya sido ganada solamente por el título de un libro, el puntual recuerdo de Diego Bonadeo o las evocaciones de Gustavo Veiga.
Al comenzar octubre, cuando el tiempo de los periodistas se consume en exagerados adjetivos para los Pumas y en la ilegítima adjudicación del triunfo de Newell’s sobre Boca al entrenador Caruso, Panzeri es más válido que antes.
Quizás al leerlo, intercalarlo o extraerlo de un archivo, los muchachos 2007 anhelarían imitarlo.
Pablo Llonto
En los diecinueve capítulos están escritos reclamos y reflexiones que confirmarían que a Panzeri se lo invoca levemente (tan sólo para repetir: “como decía Panzeri el fútbol es la dinámica de lo impensado”) sin que alguien exija su estudio.
La teoría Panzeri, aquella que insistía en que “al fútbol profesional se lo salva desalentando su materialismo”, o la que reiteraba citas de un Alfredo Di Stéfano versión 1964 (“un director técnico que sepa de fútbol puede colaborar a lo sumo en un diez por ciento para conseguir un triunfo…el sistema de juego no existe. Es un invento de los que no entienden de fútbol”), merecen que alguien termine con tanta ignorancia.
Panzeri cuestionaba la necesidad de los directores técnicos en el fútbol (hoy sentiría asco por la millonada que exigía Ramón Díaz). Panzeri simplificaba el reclamo máximo a tres verbos: “al fútbol de hoy le faltan tres cosas, dirigentes, decencia y wines”. Panzeri estimaba que el futbolista de cuatro décadas atrás ya no se divertía. Panzeri creía que “la concurrencia” de su época estaba conformada por “enfermos” que iban a “ver ganar y no a ver jugar”.
Pero Panzeri además, trataba de vivir como pensaba. Por eso su periodismo buscó escapar a las adulaciones (a veces sin fortuna), puso fervor en las investigaciones y dijo lo que nadie se atrevía. La metodología de Panzeri fue la crítica profunda. ¿Seríamos algo sin él?
Las obras completas de Panzeri, aún sus confundidas palabras sobre ciertos ídolos y sus compartidos desvaríos políticos, deberían enseñarse en las redacciones. Sus libros, las páginas de El Gráfico que dirigió en los 60, la sección Deportes de La Prensa en 1977, las columnas en El Día de La Plata.
Es una lástima que la inmortalidad de Panzeri haya sido ganada solamente por el título de un libro, el puntual recuerdo de Diego Bonadeo o las evocaciones de Gustavo Veiga.
Al comenzar octubre, cuando el tiempo de los periodistas se consume en exagerados adjetivos para los Pumas y en la ilegítima adjudicación del triunfo de Newell’s sobre Boca al entrenador Caruso, Panzeri es más válido que antes.
Quizás al leerlo, intercalarlo o extraerlo de un archivo, los muchachos 2007 anhelarían imitarlo.
Pablo Llonto
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